Homenaje a Néstor
Kirchner a un año de su muerte.
La muerte de Néstor Kirchner fue uno de los golpes más duros
que vivió el pueblo argentino. Podría ser esperable, se trataba de un ex
Presidente reciente, todavía un actor principal de la vida política del país y
hasta un posible candidato a un nuevo período presidencial. Sin embargo, y
aunque parezca difícil, Néstor era más que todo eso. Casi un desconocido para
la mayoría del país hasta 2003, en siete años se había convertido en una figura
trascendente de la vida política. En 2001, amplios sectores ciudadanos habían
alcanzado los niveles más altos de desencanto y hastío respecto de las élites
políticas. Desde 1983 habían gobernado radicales, peronistas y hasta la alianza
con promesas progresistas que integraba al Frepaso. La sensación generalizada
de la población era que los partidos políticos y sus dirigentes debían ser
reemplazados en bloque. ¡Que se vayan todos! Era el recordado grito popular.
Pero la pregunta era obvia: si se van todos, ¿quién viene? Las asambleas
populares y los movimientos territoriales debatían la construcción de un nuevo
orden político, cercano a la democracia directa. Duhalde pensó en algún momento
que la represión era el camino para normalizar el país. El asesinato de Maxi y
Darío fue el resultado de tal decisión y se vio obligado a anticipar el llamado
a elecciones. En la compulsa de 2003, votó el 78% del electorado y los seis
candidatos más votados resultaban del desgajamiento de los dos partidos
tradicionales. El voto en blanco alcanzó niveles mínimos. La mayoría de los
votantes querían una recomposición política democrática del país.