miércoles, 3 de agosto de 2011

El mundo que viene

Es difícil la futurología. Uno puede terminar pareciendo un aprendiz de profeta o Elisa Carrió. Sin embargo, es posible y hasta cierto punto entretenido imaginar lo que puede suceder en un futuro determinado proyectando tendencialmente las condiciones del presente. Eso se llama prospección. Probemos.
Si consideramos el tiempo en que vivimos, lo situamos en una serie histórica y proyectamos el vector resultante hacia adelante, deberíamos decir que iniciamos una década de enormes cambios en el orden mundial.

Los Estados Unidos se encuentran en una situación difícilmente salvable en último término. El endeudamiento privado y la financierización (¡glup!) de la economía llevaron a la crisis de 2008, que aún hoy no ha terminado de resolverse. En ese contexto, empieza a salir a flote una crisis de dimensiones mucho más grandes: la del endeudamiento público. Lo que sucedió en estos días (la disputa en el parlamento de EEUU por la ampliación del límite de endeudamiento) muestra que el nivel de deuda que tiene el estado federal norteamericano es tan enorme, que resulta casi imposible de revertir. La terrible lógica del ajuste, que condena a pagar la deuda a sectores sociales que no son responsables principales ni secundarios de su generación, provocará una situación social que sólo agravará la crisis, sin posibilidad alguna de resolverla. Esa lógica fue mayormente impuesta por los republicanos, pero los demócratas discutían aliviarla un poco y repartirla con los costos de otros sectores sociales, pero no evitarla y hacer pagar a los bancos y las grandes empresas. La idea de que son éstas las que deben tener beneficios para salir de la crisis, propia del ideario capitalista, sólo conducirá al desastre. Un efecto bola de nieve parece desatado en la deuda norteamericana, pero también en general en todas las cuentas públicas. Tómese el indicador económico que se desee, casi todos le dan mal al país imperial. Necesita exportar su crisis, que la paguen otros países. Con guerras, se mueve la industria del armamento y luego la de la reconstrucción; pero el costo interno e internacional se le hace cada vez más gravoso para esa estrategia, a la que los republicanos, especialmente aunque no exclusivamente, han sido tan afectos.
Europa no está mucho mejor. La dura economía del euro ha hecho imposible a muchos de sus países encontrar vías para escapar de la crisis primero norteamericana y enseguida mundial. La rigidez macroeconómica y monetaria ahogó a los países más pobres del continente y a los que no consolidaron una economía de base productiva. Vivir de Europa fue rentable, pero parece haber durado menos de lo esperado. El futuro es por lo menos incierto y más bien poco optimista.
China es la nueva atracción planetaria; su poder en la escena internacional se ha multiplicado de forma geométrica. Se dice que es la nueva potencia. Sin embargo, Brasil e India ya son también potencias, o al menos actores internacionales con fuerza de protagonistas. Rusia viene un escalón más abajo, y algo más atrás Sudáfrica, Oceanía y Sudamérica en bloque.
¿Qué podemos esperar entonces? Siempre con los límites de la prospección a partir de tendencias ya existentes, podría afirmarse que estamos en la década de cambio del orden político y económico internacional. Entre 2021 y 2025 podríamos ver un mundo sin el protagonismo de los Estados Unidos, cuya hegemonía ya empieza a decaer. El poder mundial, por entonces, encontraría a China, Brasil e India en los lugares de mayor influencia, con Rusia, Sudáfrica, Oceanía y Sudamérica en un segundo bloque. Nada asegura que todo esto suceda. Las intervenciones políticas pueden ser efectivas para evitar que algunas de estas tendencias se concreten (para bien o para mal) y también pueden aparecer factores nuevos que incidan sobre ellas. La fuerza de las tendencias, sin embargo (por su nivel macro), no es sencilla de revertir e incluso su desencadenamiento podría acelerarse.
Sea como fuere, seremos testigos de una década que puede cambiar el mundo tal y como lo conocimos hasta aquí. Estemos preparados para el mundo que viene.

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